miércoles, 7 de agosto de 2019

7 de Agosto, Día de San Cayetano

Esta mañana subí a un colectivo de la línea 406, que hace su recorrido por gran parte de la zona sur del "conurbano profundo", adonde tuve que ir temprano por asuntos laborales. 


Me tocó viajar parada, así es que me acomodé casi al final del colectivo en donde tres chicos y dos chicas de entre 16 y 20 años ocupaban parte del último asiento largo y dos de los asientos de a uno. Una de ellas tenía un bolsito apoyado sobre la falda, por donde se asomaba un parlante del que salía una música mezcla de reggaeton y cumbia, a todo volumen. Otro de los pibes también llevaba un bolso, pero lo sujetaba entre las rodillas porque tenía las manos ocupadas empinando una botella de plástico con un líquido indescifrable. Los chicos estaban vestidos con ropa deportiva, las chicas con camperitas cortas y ajustadas. Ellos tenían el pelo rapado a los costados, ellas el inconfundible rodete coronando la cabeza. Todos con zapatillas impecables.
Mucha risa, cargadas y algunos empujones, comentarios maliciosos sobre presentes y ausentes, pasaban la botella de mano en mano reclamando si alguno tomaba más de la cuenta. Media hora más tarde, casi llegando a la estación de Lomas empezaron a acomodarse. La chica guardó el parlante y abriendo más el bolso sacó un paquete mediano:
- ¿Vos que tenés? – le preguntó al dueño del otro bolso y de la botella - yo traje pañuelitos – le dijo, mientras apretaba un segundo contra el pecho un paquete de seis pañuelos descartables, para volver a acomodarlos inmediatamente adentro del bolso, al costado del parlante.
El chico puso el bolso abierto sobre las rodillas, metió la mano y sacó un par de medias deportivas atadas con una fajita de cartón, más blancas y más brillantes que el sol que entraba por las ventanilla:
-Yo traje medias - dijo, y más fuerte - y las voy a vender todas –
Y con una sonrisa imperfecta que en su ilusión opacó las medias, el sol y hasta la tristeza del paisaje del otro lado de la ventanilla, me miró y dijo:
- A todas… ¿nocierto, señora? -.


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Por trabajo para todos y todas, en condiciones justas y con iguales posibilidades. Es mi deseo en el día de San Cayetano, Santo de la Providencia, Patrono del pan y del trabajo.

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