viernes, 21 de junio de 2019

Un momento en el tiempo y un poema

Una selfie con el amigo y poeta Fabian Almonacid, una mañana fría de junio, en Ugarteche. Gracias Fabian por tu amistad y tu poesía. Como muestra va un poema.

Muerte adoptiva

Según el apartado 13
del contrato de locación, 
no me está permitido mantener mascotas 
en estas cuatro paredes que me alojan 
y me alejan.
Por eso me decidí a adoptar
una pequeña muerte 
(no es animal ni ser vivo)
que encontré en la puerta de mi casa 
al volver de la noche, 
el sábado más frío de ese año.
La rescaté de la acequia en la que había caído o se refugiaba de la vida.
Desde un primer momento 
hizo buenas migas con mi silencio 
y entablamos diálogos sostenidos.
La joven muerte fue entrando en confianza, 
a los pocos días ya comía de mis entrañas 
y bebía de mis llantos.
Se acurrucó en las sillas vacías,
en la cama desecha, en los libros cerrados, 
en las luces apagadas, en las cartas inconclusas, 
en la música que no escucho.
Pasadas algunas semanas,
empezó a enroscarse en mis pies 
cuando se disponía a dormir.
Hoy cumplimos unos meses de estar juntos
e intuyo que ya no me abandonará, 
a pesar de que nos rehuimos las miradas 
y es imposible dudar del engaño mutuo.
«El amor y la enfermedad son incompatibles», acaba de murmurar, 
mientras prepara una cena fría 
y no se deja acariciar aún.

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