viernes, 27 de enero de 2017

Las Úrsulas que sostienen la casa

Antología del XXII Encuentro Internacional de Mujeres Poetas de Cereté


Arte poética

De un hueco a otro

Escribo desde muy chica. Cómo empecé, no lo recuerdo. Sí recuerdo que todo lo que escribía venía acompañado de un dibujo. Palabra e imagen. Supongo que antes de saber escribir, sólo dibujaba. Como cualquier otra niña. Seguramente, a la distancia pienso que dibujaba las mismas imágenes que hoy me interpelan. 

Hoy escribo. ¿Qué escribo? lo que veo, mi imagen del mundo. Escribo poemas que me ayudan a comprender. Escribo como quien cose, como quien une los borde de dos realidades: la propia y la del mundo. Parada en esta orilla, mis poemas ejercen la tarea de unir, uno a uno y a través de los años, el otro lado del mundo, esa orilla en donde se despliegan los otros, el universo de los otros, inaccesible e incomprensible salvo a través de la palabra. En este sentido la escritura funciona como traducción, como interpretación personal de aquello que desde el origen no alcanzo a comprender.

El poema es apoyo, muleta, lo que sin él no sería posible: transitar el mundo y sus cosas, sus relaciones, vivir entre lo ajeno. Si no escribiera, si mis poemas no interpretaran esa otra voz, viviría en una especie de autismo, condenada por siempre a escuchar sólo lo propio. Aunque el poema sea mí creación, la suya es una voz formada por lo que recoge afuera, en donde las cosas suceden. En su superficie, contiene el impacto de esa otra voz. 

¿Por qué escribir y no simplemente vivir? Porque como se ha dicho muchas veces, no alcanza. Desde que nacemos estamos afanados en cerrar la brecha que nos une a la satisfacción, en cumplir el imperativo del deseo. Esta brecha original, esta angustia abismal consigue desaparecer cuando luego de innumerables rodeos, innumerables líneas llego a el poema, ése que dice, que me dice. Maravilla de la completud, herida cerrada por ese instante luminoso que acerca al mundo: ya no soy ajena.

Mis poemas son una visión de la nada, del hueco, de lo que no hay. Muestra de lo endeble, de lo vulnerable. De todo lo que no puedo ser, de la falta acuñada en el origen. Mi arte poética es, entonces, estrategia de supervivencia. 

Cuando niña jugaba a construir una presa a la orilla del río, trasvasando agua de un recipiente a otro, arena y piedras de un hueco a otro hueco. Así y para eso escribo mis poemas. Para contener el río del mundo que se vuelca sobre mí, para que me atraviese pero que no me arrastre. Para no perderme, construyo con palabras lo que ha de salvarme.






1 comentario:

  1. Marta querida, tu arte poética es muy honesta. Vives como escribes, ¿qué más? Saludos desde Colombia, donde se te quiere mucho.

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